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En termodinámica se designa como proceso adiabático a aquel en el cual el sistema termodinámico (generalmente, un fluido que realiza un trabajo) no intercambia calor con su entorno.

Con esta definición podemos concluir que el aislamiento adiabático va a ser uno de los elementos que en construcción haga la función de interrumpir el flujo de calor y garantice la hermeticidad y estanqueidad del edificio.

Los proyectos residenciales diseñados con los criterios 0,0, toman la estanqueidad como un requerimiento básico para poder cumplir con nuestro objetivo de no implementar sistemas activos de calefacción y de refrigeración. El argumento, erróneamente extendido, según el cual “un poco de permeabilidad por juntas mal selladas no es perjudicial”, daña a todo el sector de la construcción. Si se limita la ventilación a las que se produce a través de las juntas, ya sea a través de puntos no sellados del edificio o de los marcos de las ventanas, no es suficiente; es necesaria la implementación de una ventilación controlada adicional. Además, esto conllevaría una elevada pérdida energética, así como daños estructurales debidos al agua de condensación.

En el caso de las viviendas proyectadas en Torrejón de Ardoz, la estanqueidad está totalmente garantizada ya que se plantea una envolvente continua sin juntas junto con carpinterías específicas para garantizar hermeticidad. Los puntos que podrían considerarse débiles, por los que se producen la entrada de instalaciones, están controlados mediante unos espacios en los testeros de las viviendas.

De esta forma, no confiamos la ventilación a la permeabilidad de la envolvente, sino que la realizamos de una forma controlada mediante el equipo de ventilación que utilizamos para la renovación de aire.

Las instalaciones por el interior de la vivienda se desarrollan en una segunda piel que envuelve todos los espacios de la vivienda, compuesta por una cámara de aire no ventilada y aplacado por una placa de yeso laminada. Esto nos permite poner interruptores, enchufes o mover un grifo sin perjudicar en ningún momento ni el aislamiento ni la hermeticidad, además de no tener que hacer las molestas rozas que debilitan térmicamente los elementos.