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La acidificación es el aumento de la acidez natural del suelo, éste pierde fertilidad y no es tan favorable para los cultivos y para los microorganismos del suelo. Se puede dar por procesos tanto naturales (lluvia ácida, descomposición microbiana de la materia orgánica del suelo…), como derivados de la acción del hombre (abonos acidificantes, contaminación atmosférica por procesos de industriales, transporte…).

La contaminación atmosférica es la principal causa de acidificación de suelos en grandes extensiones de bosques a lo largo de toda Europa. Estos gases, emitidos desde varias fuentes, son transportados por la atmósfera y con las precipitaciones se depositan en el suelo aumentando su acidez. La mayoría de los suelos pueden tolerar un cierto grado de acidez que varía considerablemente de unas zonas a otras. Una vez superada la carga crítica, se produce la ruptura de los procesos naturales con los consiguientes efectos, muchas veces dramáticos, que pueden culminar en la destrucción de los bosques.

El mayor impacto que tiene sobre el medio ambiente es la lixiviación o lavado de un estrato de terreno, desplazando los compuestos ácidos del suelo a las aguas superficiales y subterráneas. El agua que drena de los suelos acidificados contiene elevadas concentraciones de aluminio, elemento nocivo para las aguas tanto superficiales como subterráneas. La vida acuática se deteriora y los acuíferos se contaminan.