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EL PROYECTO COMO INSTRUMENTO DE CAPACIDAD CREATIVA

Imaginemos un tejido de una resistencia y elasticidad absoluta capaz de no romperse bajo presión alguna.

Imaginemos globos de esta materia. Su capacidad de contener aire será lógicamente infinita.

Ahora bien, es realmente la capacidad del globo quien determinaría su tamaño o sería sin embargo la capacidad de la máquina capaz de producirlo quien limitase el experimento.

¿Es por tanto el globo o los pulmones quienes ponen los límites al volumen de oxígeno necesario para llenarlo? Obviamente, siempre se puede llenar en múltiples y continuos soplidos, por lo tanto, podría ser el globo. Pero si el tejido es irrompible, pudiese pasarse uno toda la vida sin conseguirlo.

Es la persona, una vez más, quien pone los límites a la capacidad de cualquier experimento.

Todo proceso de creación está alimentado por este sencillo proceso. La capacidad de creación sólo está limitada por la energía de quien la crea. Por ello no es un problema espacial, sino sencillamente temporal, y a su vez el proceso creativo dentro del volumen craneal del individuo no tiene fin, dado que la capacidad del pensamiento como esa fibra descubierta es inagotable en su expansión, expandiéndonos en el cerebro del otro, que es el nuestro.
Todo proyecto es por tanto ilimitado, ya que se trata sobre todo de una dinámica del pensamiento y que se verifica en resultados parciales o en procesos detenidos del mismo.

Me fascina y a su vez tranquiliza, entender el proceso creativo como un comportamiento de intercambio energético.

De alguna manera Morandi, el pintor del aire siempre decía que su interés como pintor era perseguir un único cuadro, y que todo el enorme número de lienzos por él realizados, no eran sino procesos a la búsqueda de ese tejido compositivo.

Proyectar es una manera de entender el mundo y ello puede hacerse obviamente en cualquier disciplina. Uno siempre está proyectando su capacidad para llevar a cabo algo. Por tanto, si el proyecto es un proceso inagotable, su capacidad puede alcanzar volúmenes de acción insospechados.

Si el universo que sigue en expansión es una obvia constatación de lo anterior, su pensamiento, define la capacidad de imaginarlo.

Personalmente me planteo cualquier proyecto como un instrumento de reflexión sobre mi capacidad creativa. Entiendo la creación una vez más, como la capacidad para transformar la realidad.

Pero del mismo modo que el universo se expande constantemente, la capacidad de transformación de la realidad es ilimitada. Esta sabemos, que es una energía que ni se crea ni se destruye, sino que únicamente se transforma, es por tanto el primer instrumento de creación y por tanto la más imprescindible herramienta del proyecto.

Sólo los seres vivos son capaces de poseer las virtudes de perpetuo móvil y esa energía que los impulsa nos la vamos intercambiando entre todos sucesivamente para garantizar esa expansión infinita. Expansión que es la consecuencia de la capacidad.

Me interesa por ello más el concepto de “energía potencial” que el de “energía cinética”. Aquélla está implícitamente ligada a la capacidad para transformarse sin ni siquiera intentarlo, la segunda se verifica exclusivamente al desarrollarse. La primera está ligada al mundo de las ideas, la segunda es pura acción.

En un momento donde el mundo occidental está sometido al trabajo producido por la energía cinética, es un buen momento para reivindicar en el proceso creativo la primera, y volver a confiar en nuestra capacidad creativa como instrumento de transformación de aquel.



Madrid 2004