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  Artículo nº4

El cambio climático

El clima es un factor crítico para el desarrollo de la biodiversidad del planeta, así como para la supervivencia y el desarrollo del ser humano. La actividad del hombre -quema de combustibles fósiles, tala de bosques, cría intensiva de ganado, sobreexplotación de recursos pesqueros, contaminación- ha acelerado sin embargo los cambios ambientales del planeta, convirtiendo su supervivencia en un reto mundial.






Imagen 1: Obtenida de: Oxfamintermon.org


El cambio climático es la modificación a largo plazo de las temperaturas y de los patrones climáticos. Este fenómeno tiene graves repercusiones ambientales, económicas y sociales, carece de fronteras y está en el punto de mira de todos los gobiernos del planeta por sus implicaciones directas para el ser humano.

El principal motor de este cambio es el aceleramiento del efecto invernadero. El origen del mismo está en los gases liberados a la atmósfera, principalmente por la quema de combustibles fósiles. Estos gases retienen el calor del sol sin dejarlo escapar, lo que genera un sobrecalentamiento del aire de la atmósfera. A este calentamiento se le denomina calentamiento global y aumenta al mismo tiempo que crece la cantidad de gases de efecto invernadero.

El efecto invernadero propio del planeta hace que el clima en la Tierra sea apto para la vida. Sin él, la temperatura media en la superficie sería de -18ºC, en lugar de los 15ºC que tenemos actualmente. El problema surge con la concentración artificial de estos gases, que acelera el calentamiento y provoca el cambio climático.

El fenómeno arranca con la Revolución industrial (siglo XVIII), momento en el que el modelo de producción y consumo humano se modifica y se acelera gracias a la tecnología, lo que comienza a disparar las emisiones de gases de efecto invernadero. La mejora de las condiciones de vida debida a la disponibilidad de recursos y a los avances médico-científicos añadió a lo anterior un crecimiento exponencial de la población que se mantiene hasta hoy, lo que implica, a su vez, un aumento progresivo en el consumo de recursos y energía de origen mayoritariamente fósil.

En el año 2001 el Tercer Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático señaló que las evidencias sobre la existencia del cambio climático y de los impactos que éste estaba generando en el conjunto del planeta eran claras.

Hoy, la temperatura media global oscila entre 0,94 y 1,03 grados más que a finales del siglo XIX. El nivel del mar ha subido aproximadamente 23 cm desde 1880 y casi la mitad han sido en los últimos 25 años. Además, según National Geographic, se prevé que continúe subiendo 3,4 mm más al año debido al deshielo. La desertificación ha aumentado. En España, el 74% del territorio se encuentra en riesgo de desertificación y un 20% corre un peligro alto o muy alto de convertirse irreversiblemente en desierto. Fauna y flora luchan para sobrevivir en un escenario de cambios significativos que impactan gravemente en la biodiversidad (entre 1970 y 2016 las poblaciones de especies de vertebrados en el mundo han disminuido una media del 68% según el “Informe Planeta Vivo 2020”) y la migración climatológica sigue aumentando. Según ACNUR, alrededor de 64 millones de personas en el mundo se han visto obligadas a desplazarse como consecuencia del cambio climático, y esta cifra podría alcanzar los 1.000 millones en los próximos 50 años.

Estas transformaciones se vuelven cada vez más severas, ya que los recursos van disminuyendo (existe una sobreexplotación de los recursos naturales, extraemos un 20%más de lo que se puede regenerar), población continúa aumentando y los fenómenos meteorológicos extremos (tormentas, olas de calor, sequías, huracanes) cada vez son más frecuentes y destructivos.

Estamos ante una crisis climática. No existe una solución única para todos los desafíos multifacéticos generados por esta crisis, cada ciudadano tiene la responsabilidad de aplicar sus habilidades y acciones para luchar contra todas las presiones generadas sobre el mundo natural, tanto en su capacidad personalcomo profesional.

EL PAPEL DE LA CONSTRUCCIÓN


Los edificios son parte fundamental de nuestra vida diaria. Más del 85% de nuestro tiempo transcurre en el interior de un edificio, ya sea en casa, en el trabajo o en los locales de ocio. No obstante, éstos -los inmuebles de todo tipo: viviendas, hospitales, colegios, lugares de trabajo, edificios públicos, bibliotecas…- son los mayores consumidores de energía de la Unión Europea y se encuentran entre los principales emisores de dióxido de carbono.

Más específicamente, según los datos de la web oficial de la Unión Europea, en su conjunto, los edificios son responsables del 40% del consumo energético de la UE y del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero, generadas principalmente durante su construcción, utilización, renovación y demolición.



  Imagen 2: Emisiones por sector. Imagen obtenida     en: el Quinto informe del IPCC, Página 9    

A nivel global, el 36% de la energía va dedicada a los edificios y construcción (22% uso de edificios residenciales, 8% uso de edificios no residenciales y 6% la industria de la construcción) y la proporción del 33% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero están relacionadas con la energía que es emitida por los edificios, dato que convierte al sector de la construcción en el mayor emisor de gases de efecto invernadero global por sector. [2]

Por lo tanto, la comunidad arquitectónica está profundamente entrelazada con los flujos de materiales, energía e ideas relacionadas con el cambio climático, causas y soluciones y para aquellos involucrados en el diseño de edificios y ciudades, ya sean arquitectos, urbanistas o ciudadanos, existe una profunda responsabilidad de conocer y diseñar el impacto del cambio climático.