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Artículo nº6

El agua, un bien escaso


El agua juega un papel clave para cualquier proceso de desarrollo social, económico o de medio ambiente, además de ser el pilar principal de la supervivencia de los seres humanos. Ecosistemas como los ríos, los acuíferos, los humedales o los lagos, son indispensables para la vida en el planeta e imprescindibles para garantizar un conjunto de beneficios y servicios como el agua potable, el agua para la industria y la alimentación, sistemas naturales de retención de agua que ayudan a la mitigación de las inundaciones y a superar los periodos de inundaciones, etc.

El agua también forma parte crucial de la adaptación al cambio climático, y es un decisivo vínculo entre la sociedad y el medioambiente. Con la buena gestión de estos recursos hídricos se pueden promover ecosistemas resilientes frente al cambio climático, ecosistemas que contribuyen a mitigar riesgos y a favorecer la estabilidad de lo que le rodea. Así pues, se puede decir que estos ecosistemas hídricos son uno de los pilares esenciales para el desarrollo sostenible, la paz y la seguridad y el bienestar humano.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible 6 (ODS 6) «garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos», constituye uno de los principales elementos de apoyo al desarrollo sostenible que se describen en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible e incide en todas sus facetas.

Su importancia es tal que la Asamblea de las Naciones Unidas declaró el agua como un derecho humano en julio de 2010. “La Asamblea reconoció el derecho de todos los seres humanos a tener acceso a una cantidad de agua suficiente para el uso doméstico y personal (entre 50 y 100 litros de agua por persona y día), segura, aceptable y asequible (el coste del agua no debería superar el 3% de los ingresos del hogar), y accesible físicamente (la fuente debe estar a menos de 1.000 metros del hogar y su recogida no debería superar los 30 minutos).”

DISPONIBILIDAD DEL AGUA

El agua es una de las sustancias más abundantes del planeta y cubre la mayor parte de la Tierra, dos tercios de la superficie según estimaciones del USGS.

Por poner cifras, en total, el planeta contiene unos 1385 millones de km3 de agua, de los cuales tan sólo aproximadamente 13.000 km3 son de agua dulce disponible anualmente para consumo humano. Es decir, se calcula que menos del 3% del agua total del mundo es agua dulce.

Como bien sabemos, el agua se puede encontrar en su fase líquida en océanos o mares, en su fase sólida en los glaciares o en su fase gaseosa en el vapor de agua. Por lo que no toda el agua va a estar disponible para paliar las necesidades del ser humano. De este 3% de agua dulce, el 69% se encuentran congelados en glaciares o en forma de nieve permanente en las regiones montañosas, el 30.1% es agua subterránea, el 0.8% se encuentra en el permafrost, ubicado principalmente en Groenlandia o la Antártida y el 0.4% en superficie y en la atmósfera. Analizando estos datos con los datos totales de agua en el mundo, se estima que menos de un 0.5% del agua de la tierra está a nuestra disposición para su consumo y su uso en los ecosistemas de agua dulce.

Esta cantidad relativamente pequeña está distribuida de forma muy desigual alrededor del mundo. En los desiertos, por ejemplo, casi no hay precipitaciones, pero en los bosques tropicales caen varios metros de lluvia por año. Sólo varios de los ríos más grandes del mundo –como el Amazonas y el Congo– llevan la mayor parte del flujo de agua potable del planeta, mientras las regiones áridas y semiáridas, que comprenden un 40% de las masas continentales de la Tierra, tan sólo contienen el 2% de la correntía global.

Además, la demanda de agua y más en concreto de agua dulce en el mundo, va en aumento debido al crecimiento demográfico, a la rápida urbanización, a la industrialización, al aumento de la producción y al aumento de consumo del ser humano.

Me atrevería a afirmar que existe una muy escasa concienciación a nivel internacional respecto del uso del agua en nuestro día a día. Nos hemos acostumbrado a la inmediatez de su consumo y a consumirla de manera totalmente despreocupada.